Rodrigo Meneses es un joven artista intensamente privado, dedicado a explorar por medio de su obra asuntos muy personales, como las emociones.
Esta búsqueda se ha manifestado a través de diversas disciplinas. Rodrigo produce dibujo y obra gráfica -tanto tradicional como experimental -, arte objeto -trabajando con material vintage encontrado (como cajas para reliquias)-, muñecos cosidos por él y moldes de fibra de vidrio, además de libros de artista (conformados por recortados de esquemas escolares y elementos de libros antiguos), interactuaciones con el público como encuestas, cuyos resultados se vierten en obra, instalaciones y animación.
A pesar del carácter íntimo de su temática y proceso, en múltiples ocasiones en ellos he encontrado paralelos sorprendentes entre su producción y la de otros pensadores y artistas contemporáneos del primer orden. Puede ser en parte porque lo que es muy personal y digno de indagarse para él también lo es para otros, y a veces siguen rutas similares. Pero siento que, por otro lado, el hecho que lo arrojado en su búsqueda solitaria a veces coincide con los resultados de otras mentes creativas, lo que es testimonio de su buena intuición artística y de lo acertado de su proceso.
Esta sincronía la noté en la primera ocasión en me encontré con la obra de Rodrigo. Me enseñó, entre otras cosas, instalaciones de figuras humanas creadas de impresiones xilográficas en tela que luego recortó y rellenó. La obra me remitió a un recurso similar de la artista neoyorkina Kiki Smith, cuya obra era desconocida por Rodrigo.
Otro ejemplo: el neurólogo V. S. Ramachandran comenta en su libro The Tell-Tale Brain sobre el experimento de su colega Heinz Werner en que presentaba un dibujo redondeado y otro puntiagudo a integrantes de diversos culturas, pidiendo que los asociasen con las palabras sin sentido kiki y bouba. Sin variación, bouba se identificó con la forma ondulada y kiki con la forma puntiaguda. La intención del experimento fue de explorar interacciones entre escuchar y ver, y lo que establecieron es que el cerebro tiene una capacidad innata de abstracción que le permite asociar de inmediato la cualidad redonda o picuda de un sonido con una redondez o agudeza percibida visualmente. Como dice Ramachandran: El cerebro está ejecutando una hazaña impresionante de abstracción al ligar sus mapas visuales y auditivos. Las entradas de información son enteramente disimilares en todas las maneras menos una –las cualidades abstractas de ser dentada o curvada- y el cerebro identifica instantáneamente a este común denominador.
Rodrigo también se ha interesado por trabajar con esta capacidad humana de abstracción y la derivada de ésta, la de crear metáforas. Así, desarrolló las instalaciones presentes en esta muestra, donde presenciamos la representación física (y visual) de dos estados emocionales: el miedo y la alegría. La alegría se expande mientras el miedo se encoge y asume una postura defensiva.
Antes de crear estas instalaciones, Rodrigo estuvo desarrollando un proyecto donde entrevistó a un grupo de personas, pidiendo que describieran cómo experimentaban y ubicaban sus emociones de forma corporal. De allí empezó a mapear en dibujos la presencia y recorrido de las diversas emociones por el cuerpo. Y luego se concentró en dos de estas tendencias expresivas, aquí plasmadas en tela y fibra de vidrio.
Por cierto, después de estar siguiendo durante muchos meses el proyecto de Rodrigo de mapear emociones basado en entrevistas, para mi sorpresa me encontré casualmente en internet un proyecto nuevo de la diseñadora gráfica británica Orlagh O’Brien: también mapeaba en dibujo las emociones cursando por el cuerpo, basándose también en entrevistas. Aunque cada artista dio un desarrollo distinto y personal a esta idea, una vez más, la sincronicidad hizo acto de presencia.
Entre las formas distintas y personales de Rodrigo para desarrollar su obra encontramos un don para crear formas elegantes de materia prima banal. Le he visto recortar esquemas escolares anatómicos de la papelería para crear páginas y páginas de exquisitas formas estilizadas, siendo éstas fragmentos de los cuerpos humanos representados en los esquemas. De manera similar, con un sencillo sello de goma de una figura human ha creado secuencias de multitudes sugerentes en papel. Sus videos también se destacan por el manejo ligero y delicado de sus elementos.
Pero no se limita a formas elegantes cuando la intención de su obra demanda otra solución. Sus diversas figuras de tela rellenas, algunas perturbadoramente largas y sinuosas, son muñecos de trapo con esteroides, deliberadamente torpes.
Finalmente, si Rodrigo Meneses está trabajando con lo más íntimo de sus emociones, es lógico que abarque tanto lo fino como lo tosco, lo elegante y lo torpe, lo escueto y lo bien elaborado. El rango de salidas para su obra hace eco del rango de sus sentimientos, que a su vez, hace eco de nuestras propias emociones. Esto nos da un incentivo para seguir las presentaciones de este joven artista, porque en lo suyo, siempre encontraremos algo de nosotros reflejado.
Carla Rippey